Radio del Sacra

viernes, 26 de marzo de 2010

DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

A continuación están las palabras alusivas del acto de conmemoración del
"DÍA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA", escritas y leídas por el Profesor Hernán Peña, docente de Historia de nuestra casa.

Desde marzo de 1976 hasta diciembre de 1983, los militares instalaron un gobierno de facto que se adjudicó la suma del poder público, se atribuyó facultades extraordinarias y en el ejercicio de esos poderes practicó un terrorismo de Estado violando repetidamente los derechos humanos.
En el juicio a las Juntas quedó demostrado que a partir de ese día se instrumentó un plan sistemático de imposición del terror y la eliminación física de miles de ciudadanos sometidos a secuestros, torturas, detenciones clandestinas y toda clase de vejámenes.
Hace cuatro años el Congreso de la Nación dispuso por ley que esta fecha, "Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia", sea incluido entre los feriados nacionales inamovibles. Esta fecha debe ser considerada, entonces, una jornada de duelo y homenaje a las víctimas y también para la reflexión crítica sobre la gran tragedia argentina que se abrió un día de marzo como hoy con el golpe militar que fue el camino y el instrumento del terrorismo de Estado, la más cruenta de las experiencias antidemocráticas que nuestro país haya padecido.
Todos sabemos que desde el 24 de marzo de 1976 se implementó un plan coordinado y sistemático de eliminaciones y represiones generalizadas, con un costo humano que sometió a miles de personas al secuestro, a la tortura y a la muerte y las convirtió en "desaparecidos", como cínicamente proclamó el mayor responsable de los crímenes. Muchos otros miles ocuparon las cárceles sin causa alguna o con procesos inventados y muchos más debieron exiliarse como única método de supervivencia. Miles de bebés recién nacidos fueron arrancados de los brazos de sus madres en cautiverio y así también le fueron arrancadas su identidad y su familia. No eran excesos o actos aislados. Fue un plan criminal, una acción institucional diseñada con anterioridad al 24 de marzo y ejecutada desde el propio Estado bajo los principios de la doctrina de la Seguridad Nacional. Las víctimas pertenecieron a una generación de jóvenes con un enorme compromiso con el país, que luchaban con esperanza y hasta entregaron sus vidas por esos ideales. Pero más allá de estos miles y miles de víctimas puntuales, fue la sociedad la principal destinataria del mensaje del terror generalizado.
El poder de facto deseó así que todo el pueblo se rindiera a su arbitrariedad. Se buscaba una sociedad obediente, por eso quisieron quitarle todo aquello que lo molestaba, anulando su vitalidad y su dinámica y por eso prohibieron desde la política hasta la cultura. Sólo así podían imponer un proyecto político y económico de endeudamiento externo con fuga de capitales. Lamentablemente, este modelo económico y social no terminó con la dictadura; se derramó hasta fines de los años 90, generando la situación social más aguda que recuerde la historia argentina. Víctima de ese modelo fue el pueblo, que sufrió empobrecimiento y exclusión, de las que todavía hoy afrontamos las terribles consecuencias. Lamentablemente, los verdaderos dueños de ese modelo no han sufrido castigo alguno.
En los oscuros momentos de la noche dictatorial, fueron mujeres y hombres, pero sobre todo mujeres, tantas veces relegadas por la historia oficial, las que se organizaron para enfrentar a la barbarie, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ese puñado de mujeres sin más poder que su dolor, su amor y su coraje, enseñaron el camino de la lucha para reconstituir un orden democrático y por conseguir una cuota de justicia y de verdad.
La gravedad de lo ocurrido, su saldo doloroso y desgarrador, las monstruosas y aberrantes conductas en que cayeron las fuerzas armadas, las consecuencias de la concentración económica, el desempleo, el aumento de la pobreza, la destrucción de la economía local y la exclusión que se derivaron del modelo implementado, hacen obligatoria la reflexión sobre ese período. Porque el pueblo que no piensa su pasado y que no lo elabora, corre el grave riesgo de repetirlo. Ese proceso de recordar, esa reconstrucción de la memoria, es un valioso mecanismo de resistencia y de búsqueda de la verdad que viene acompañado por la necesidad de hacer justicia.
Las leyes de punto final y obediencia debida o los indultos no fueron los caminos adecuados para alcanzar la verdad e imponer la justicia. Solamente fueron grandes frustraciones y heridas cuidadosamente envueltas en las formas pero sin ningún sentido ético.
Con verdad, con memoria y con justicia, poniendo las cosas en su justo lugar, debemos echar las bases para construir un país más justo, tal como siempre lo soñó nuestro querido General San Martín, quien nunca desenvainó su espada en el doloroso campo de las guerras civiles. En su ejemplo y en el de tantos otros próceres y ciudadanos anónimos debemos inspirarnos todos los argentinos. Queremos sentirnos orgullosos de que todos los soldados del país sean respetados en su prestigio y vistos con alegría y no con temor, como ese temor que se sentía hace treinta años que hacía que al ver un uniforme se creyera que se terminaba la vida.
Deseo terminar estas palabras mirando con optimismo el futuro, con esa convicción que casi gritamos: nunca más al golpe y al terrorismo de Estado, verdad, memoria, justicia para conocer dicho triste período de nuestra historia con el fin de no cometer los mismos errores que en el pasado.
Muchas gracias.